sábado, 14 de junio de 2025

¿Qué expresa el EVISMO en Bolivia?

 

Evo Morales Ayma. Ex presidente de Bolivia, foto proporcionada por el autor


Por Ollantay Itzamná

El escenario político boliviano vuelve a estar marcado por la sombra del evismo, una tergiversación de las aspiraciones sociopolíticas de los movimientos indígenas y campesinos, que persiste en catapultar a la fuerza a Evo Morales como candidato presidencial para las elecciones generales del 17 de agosto próximo.

Es imperativo recordar los orígenes prometedores que llevaron a Evo Morales al poder en 2006. Su ascenso representó una esperanza genuina para millones de bolivianos históricamente marginados, un quiebre con siglos de colonialismo interno y exclusión.

Los ideales de autodeterminación, justicia social y reconocimiento de la plurinacionalidad resonaban con fuerza en un país sediento de equidad.
Durante los años de gobierno de Evo Morales, Bolivia experimentó transformaciones económicas y socioculturales significativas. La nacionalización de los hidrocarburos impulsó un crecimiento económico sin precedentes, permitiendo una redistribución de la riqueza que sacó a millones de la pobreza. Se avanzó en la reducción de la desigualdad, el acceso a servicios básicos y el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, incluyendo la promulgación de una nueva Constitución que sentó las bases de un Estado Plurinacional. Estos logros son innegables y marcaron un antes y un después en la historia boliviana.

Sin embargo, aquella fuerza sociopolítica encabezado por Evo Morales, al transitar hacia el evismo, ha demostrado un preocupante alejamiento de aquellos principios ético-políticos que lo hicieron grande.

La rotación en los cargos políticos, un pilar fundamental de la democracia comunitaria y una garantía contra la concentración de poder fue erosionada por una férrea voluntad de permanencia.

La prevalencia del interés comunitario sobre las aspiraciones individuales, otro principio rector de los movimientos indígenas se vio opacada por la actitud de Evo Morales de autoproclamarse el candidato o gobernante perpetuo de Bolivia, desafiando incluso los límites constitucionales.

La búsqueda de la reelección indefinida no solo traicionó el espíritu de la Constitución que él mismo impulsó, sino que también sembró las semillas de la polarización y la confrontación sociopolítica violenta actual.


Es crucial señalar que esta deriva no es exclusiva del evismo, sino que es un rasgo recurrente en la «izquierda colonial» que, lamentablemente, ha cooptado y desvirtuado muchos de los ideales de liberación. A esta «izquierda colonial» le importa poco el pueblo aborigen que muere en las luchas o que soporta las consecuencias de sus decisiones. Lo que realmente les importa es la plata, el poder y los privilegios que emanan de la hegemonía política.

La retórica antiimperialista y de defensa del pueblo indígena se convierte en una máscara para perpetuar un sistema de dominación, donde la lucha por la justicia se instrumentaliza para fines personales y grupales.

Bolivia merece un gobierno que priorice el bienestar colectivo sobre las ambiciones individuales, que respete la institucionalidad y que honre la memoria de aquellos que lucharon por una Bolivia plurinacional orientado hacia el Buen Vivir.

 

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