Los electores le pusieron cacumen a la
tarea
Nadie hizo caso al llamado de no ir a
votar
Por Francisco Gómez Maza
Cualquier porcentaje de ciudadanos que haya
salido a votar, ayer domingo, implicó un gran éxito de la elección del poder
judicial. Y en la casilla donde este escribidor votó todos los módulos estaban
ocupados, sobre todo por mujeres, leyendo las boletas y eligiendo al candidato
para tal o cual puesto del poder judicial. Difícil la toma de decisión del
elector o electora porque la mayoría de los candidatos eran desconocidos, pero
se resolvió el problema.
Y la jornada no tuvo por qué no ser exitosa
ya que los votantes pusieron cacumen a la tarea, analizando los apuntes que
consiguieron para decidir a quién elegir, mientras afuera, en las calles,
particularmente de los centros de las ciudades, los adversarios de la 4T y
sobre todo del Movimiento de Regeneración Nacional, se desgañitaban al grito
ensordecedor que llamaba a no ir a votar por la simple sinrazón de no ir a
votar.
Puedo asegurarles que las primeras que se
presentaron en las casillas electorales fueron mujeres. Haciendo honor al
axioma tal que dice que la hora de ahora es la hora de las mujeres, una verdad
evidente que no necesita demostración. Y detrás de ellas desfilaron, ante las
urnas, los varones que también babean al ver a Claudia sonreír y convencer con
la sonrisa a tirios y troyanos.
Muy atrás quedaron aquellos pequeños
opositores a todo, los mismos de siempre, los agoreros del pasado, de los
tiempos neoliberales, los proclamadores del capitalismo salvaje, los que están
seguros de que son los padres de la historia de este país de grandes
triunfadores, en el cual los perdedores y las perdedoras, que nunca
le atinan a nada, sobreviven de la hipocresía y de la mentira. Los que se
dedican a insultar y jamás aceptarán una realidad que ya no es para ellos, sino
para el pueblo, al que ellos odian, detestan, aun a sabiendas de que ellos son
los perdedores, aunque no se dan cuenta porque andan obnubilados por la
pérdida.
Además, vea que no podían perder los
candidatos enlistados por el INE, porque todos los electores, de todo el país,
votaron por alguien, aunque no fuera conocido. Los candidatos llevaban el sello
de garantía del poder legislativo y, sobre todo, del órgano jurisdiccional que
organiza las elecciones, o sea el INE. Votárase por quien votárase, era buen
candidato porque era recomendado por el órgano electoral que lo enlistó para
solicitar el voto ciudadano. Así que, al final del día, todas las candidaturas llegaron
a un final triunfador y pasaron a representar materia para conformar los
distintos órganos institucionales del nuevo Poder Judicial.
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