Por Ollantay Itzamná
Cada 30 de junio conmemoramos el Día Internacional de las Redes Sociales, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la profunda transformación que estas plataformas han traído a nuestra forma de comunicarnos y de interactuar con el mundo. Desde su surgimiento y el posterior «boom» que democratizó el acceso a la información, las redes sociales se han consolidado como herramientas indispensables para la generación y socialización de contenidos.
Su verdadera potencia reside en la accesibilidad que
ofrecen, permitiendo que voces que antes eran marginadas encuentren un eco
global. Para las comunidades y pueblos que defienden sus territorios, las redes
sociales se han convertido en un aliado invaluable. A través de ellas, pueden
visibilizar sus luchas, denunciar injusticias y socializar sus agendas
territoriales, superando las barreras geográficas y los filtros de los medios
tradicionales. Son un megáfono para la resistencia, un espacio donde la verdad
emana directamente de quienes la viven.
En este nuevo panorama, todas y todos somos
comunicadores. Tenemos la capacidad y la responsabilidad de utilizar estas
plataformas no solo para el ocio, sino como un frente vital para frenar la
hegemonía de las corporaciones que imponen verdades comerciales. Estas
narrativas buscan mantenernos colonizados bajo el yugo de un sistema que
prioriza el consumo sobre el bienestar comunitario y territorial. El Día
Internacional de las Redes Sociales nos recuerda que el poder de la
comunicación está en nuestras manos; es hora de usarlo para construir un futuro
más justo y equitativo, donde las voces de los pueblos sean las que resuenen
con mayor fuerza.
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