Foto
proporcionada por el autor
Por JOEL
ORTEGA JUÁREZ
La publicación de la fotografía de una reunión de organizadores de la Manifestación del 10 de Junio de 1971, donde están Joel Ochoa, el Negro, delegado al Comité Coordinador de Comités de Lucha, Enrique Treviño un activista muy destacado de ese movimiento donde su hermano Francisco cayó herido de muerte por las balas de los Halcones, cuerpo para militar promovido financiado, entrenado y protegido por el Estado que encabezaba Luis Echeverría Álvarez y la presencia en la foto del autor de estas líneas, delegado al COCO por Economía, es impedir el olvido de esos combatientes por la libertad, quiénes junto con Severiano Sánchez y miles más derrotamos a quienes se oponían a la realización de la manifestación del 10 de junio, argumentando que el presidente Echeverría había resuelto favorablemente las demandas de los universitarios de Nuevo León original motivo de la solidaridad en la UNAM, el IPN, Prepas Populares , que se enriqueció con otros elementos del programa del movimiento.
Entre otros la Unión Obrero estudiantil, el rechazo la Apertura Democrática y a
la falsa disyuntiva ECHEVERRÍA O EL FASCISMO.
Ante la cual planteamos NI LEA NI EL FASCISMO EL SOCIALISMO.
La lucha por ganar la calle realizada por los manifestantes el 10 de junio
(jueves de Corpus) de 1971 en San Cosme, sintetizó la aspiración y defensa de
las libertades democráticas, conculcadas por décadas bajo el régimen
autoritario priista.
El hilo conductor de esa lucha fue mostrar el daño causado al desarrollo
político nacional por la hegemonía de la cultura, la ideología y las políticas
autoritarias del Estado, envueltas en los paradigmas de la Revolución Mexicana.
Aquí de manera muy resumida se intenta probar de qué manera el movimiento
social y político autónomo se opuso a dicho sistema. Los casos paradigmáticos
de esa resistencia fueron el movimiento estudiantil del 68 y la manifestación
del 10 de junio de 1971.
La hipótesis original de esta visión del movimiento plantea que el movimiento
estudiantil mexicano de las décadas de los 60 y 70, cumplió las tareas que
Carlos Marx y Antonio Gramsci le asignaban el Partido proletario. Se trata de
la idea de partido en el sentido histórico, no del partido electoral y con
registro del sistema político mexicano actual.
Según el criterio de esos pensadores y de Lenin, el partido es: memoria
histórica; vanguardia política; promotor y formador de organizadores sociales y
políticos; conciencia crítica, y constructor y educador de una nueva cultura.
La distancia de más de 50 años de ese movimiento no debe olvidar sus objetivos,
por ello publicamos la foto y estas notas.
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