Por Angélica
Beltrán
Si el voto no
contara aún en el siglo XXI, el PRI seguiría ganando las elecciones en México;
con intervalos, quizás, de gobiernos del PAN para simular transición entre dos
partidos que son lo mismo, de ahí su apelativo PRIAN.
Y que, para
desgracia de estos, la democracia en México avanza y ahora que el sufragio sí
cuenta, difícilmente podrán ganar elecciones; peor aún, cuando en vez de
propuestas ofrecen a la ciudadanía ataques, vandalismo y caos en las calles.
Tal como el atentado al Senado de la República a cargo de senadores del
PRI-PAN, a cuya cabeza estuvo la priista Carolina Viggiano, esposa de Rubén
Moreira, cuando se discutía la reforma al poder judicial; o las intervenciones
estridentes y sin contenido de la senadora panista Lilly Téllez o los grupos de
choque que destruyen lo que encuentra a su paso en marchas en calles de la
CDMX.
Hoy, los
gobiernos de la 4T han sido elegidos democráticamente. Lo que decidan las
mayorías, aunque estén equivocadas. En este caso se observa que las mayorías no
están equivocadas, se encuentran en el lado acertado de Historia, al votar por
una propuesta de gobierno que impulsa cambios para ampliar derechos, combatir
desigualdades y construir una sociedad más justa.
La Independencia
de México; La Reforma y La Revolución Mexicana son los episodios históricos que
anteceden a la Cuarta Transformación; como el ideólogo, Andrés Manuel López
Obrador lo estableció en la justificación de su proyecto de nación en el 2006,
2012 y 2018, hasta que logró el triunfo electoral como presidente de México en
el tercer intento, tras esperar paciente elecciones reales y conteo limpio de
votos.
El mal de México
desde hace décadas han sido sus gobiernos. Con algunos intervalos de gobiernos
comprometidos con un interés social antes que el de una élite. Así, con esa
misma percepción, López Obrador fijó el eje de la transformación en el combate
a la corrupción.
Una tarea que
llevará tiempo limpiar, en tanto no cambie la mentalidad de los funcionarios
públicos, y se desmantele la estructura creada para, precisamente, saquear
México sin dejar huella, a partir de operaciones trianguladas con empresas
factureras, empresas fantasma, asociaciones sociales simuladas, etc., a fin de
desviar los recursos públicos.
A siete años de
iniciado el proyecto de nación de la 4T, diseñado por un grupo de activistas,
políticos, universitarios, académicos de diversas instituciones, entre estas la
UNAM (como la hoy presidenta Claudia Sheinbaum); de soñadores y en su mayoría
gente comprometida con causas sociales, el proyecto sigue su curso con un
segundo gobierno federal.
A esta segunda
etapa que a la que le da continuidad la presidenta Claudia Sheinbaum se le ha
denominado el Segundo piso de la Cuarta Transformación. Y al paso que va, con
obras de gobierno tangibles y respaldo social mantenido, parece que la 4T
construirá un edificio de muchos pisos.
Mientras tanto,
si la oposición sigue sin propuestas y sólo ofrece a la ciudadanía caos en las
calles en su intento por frenar la transformación, podrá despedirse de un
triunfo electoral; pues ahora que el voto sí cuenta, no serán más una opción en
las urnas.
Así, del PRI-PAN
esperamos sus propuestas de gobierno; de lo contrario, atrás de la raya
porque México está en transformación. Y ni modo, pero disculpen las molestias
que estas obras les ocasionan.



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