Por Ollantay
Itzamná
Tras las
elecciones generales celebradas el pasado 30 de noviembre, los resultados
preliminares, con un 60% del escrutinio de actas, dibujan un panorama de
extrema polarización y plantean serias interrogantes sobre el futuro político y
la soberanía de Honduras.
Cifras
preliminares: Un empate técnico en la cima
La contienda presidencial se mantiene en un virtual empate técnico: Tito
Asfura (Partido Nacionalista, conservador) se posiciona en el primer lugar
con una ventaja mínima, registrando menos de 5,000 votos de diferencia sobre su
competidor más cercano. Salvador Nasralla (Partido Liberal), ocupa el
segundo lugar, demostrando una notable resistencia electoral.
En un lejano tercer lugar, la candidata del partido gobernante, Rixi Moncada
(Partido Libertad y Refundación – Libre), ve frustradas las aspiraciones de su
movimiento.
Geopolítica y
mensajes de la elección: El impacto de Washington
El estrecho
margen de los resultados, de mantenerse la tendencia, envía un potente y
preocupante mensaje sobre la influencia externa en la política hondureña y
regional: Donald Trump y la Narcopolítica se perfilan como los ganadores de las
elecciones en Honduras.
El triunfo del
conservadurismo y el apoyo de Trump: La victoria del Partido Nacionalista,
abiertamente respaldado por el gobierno de Donald Trump, se percibe como una
luz verde para la impunidad y la narcopolítica. Se ha mencionado la promesa de
que el expresidente Juan Orlando Hernández, condenado por narcotráfico en EEUU,
sería absuelto bajo la administración de Trump y regresaría a Honduras,
presumiblemente para reinsertarse en la política.
Fracaso de Libre
y la oportunidad perdida: El partido Libre cosechó el resultado de haber
desperdiciado cuatro años de gobierno sin impulsar los cambios estructurales
prometidos, particularmente la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Esta
promesa popular, olvidada durante su mandato, parece haberle pasado una alta
factura electoral.
Honduras bajo
control estadounidense: Con este posible resultado, Honduras se convertiría en
el quinto país completamente bajo el control y al servicio de los intereses
norteamericanos en la región, sumándose a Argentina, Ecuador, El Salvador y
Guatemala.
Consecuencias regionales
Si la tendencia
de los resultados se consolida, las consecuencias para la articulación regional
fuera de la órbita de Washington serán significativas:
Pérdida de
miembros en ALBA y CELAC. Los espacios de articulación regional como la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) perderán un miembro más,
disminuyendo su peso geopolítico.
Aceleración del
intervencionismo. La victoria del Partido Nacionalista en estas condiciones da
velocidad a los procesos de intervencionismo norteamericano en la región,
consolidando una influencia continental que podría limitar la autonomía y
autodeterminación de los estados centroamericanos.





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