Por Francisco Gómez Maza
El PAN fue fundado por don Manuel Gómez
Morín, uno de los Siete Sabios de México, con un objetivo muy concreto.
Oponerse a la política progresista del general Lázaro Cárdenas del Río,
concretada fundamentalmente por la expropiación petrolera. No le cabía en la
cabeza al fundador del Banco de México que el propietario de la institución
fundamental del sistema bancario mexicano fuera propiedad del Estado, no
obstante que instituciones bancarias similares del mundo si lo fueran, como el
Banco de la Reserva Federal del imperio estadounidense.
Ese fue el objetivo del fundador del PAN.
Descalificar al Estado mexicano como dueño y señor del subsuelo y de las
riquezas que éste albergaba como la toda clase de minerales, entre ellos el
petróleo, fueran su propiedad absoluta. La gente bien nacida obviamente que no
podía estar de acuerdo con Gómez Morín y sus compinches. Y menos con un partido
que se opusiera a los padres de la Patria que, siguiendo los principios y
objetivos de la Revolución, los promulgaran y defendieran del asalto
ultraconservador a la razón de Estado: la defensa de los principios promulgados
por revolucionarios como Emiliano Zapata, Francisco Villa, Francisco Indalecio
Madero, Venustiano Carranza, entre otros.
En los primeros años posrevolucionarios,
una vez que la derecha agarró confianza en que los conservadores tenían
libertades para oponerse a todo lo que saliera de los labios de los
revolucionarios, concretamente del general Cárdenas del Río, se desató su furia.
El PAN se presentó ante el mundo como una oposición fuerte que no ganó el poder
sólo porque la Revolución estaba muy fuerte. Sin embargo, en tanto los
gobiernos emanados del proceso revolucionario fueron deviniendo en movimientos
conservadores el panismo fue tomando fuerza, fuerza que se consagró gracias a
las políticas liberales del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, que le
dieron vida al pensamiento moralista del presidente Miguel de la Madrid
Hurtado.
El panismo fue invadido política e
ideológicamente por el empresariado de los estados del norte, Baja California,
Nuevo León, Chihuahua etc. Maquío, en un acto de rebeldía frente al priismo,
apadrinó la ideología conservadora de aquellos que fueron llamados los Barbaros
del Norte, con quienes se confabuló el presidente priista Carlos Salinas de
Gortari.
El PAN, con todo, evolucionó como un
partido político en busca de convertirse en el autor del nuevo México, pero el
cardenismo no lo iba a permitir y los movimientos políticos cardenistas no lo
permitieron, no obstante que el priismo de Salinas de Gortari se confabuló con
las fuerzas más oscuras de la derecha, personajes como el llamado Jefe Diego,
por poner un caso, que desnaturalizaron
al PAN, pero muy pronto las fuerzas revolucionarias del viejo priismo, del nacionalismo
del general Cárdenas, devendrían en movimientos políticos de auténtica cepa
revolucionaria, que fue conformando un movimiento político que desplazó a las
fuerzas de la derecha, empotradas en el PAN y en las nuevas corrientes del PRI,
marcadas por la corrupción.
El PAN se fundió con los restos del PRI que
se aglutinaron para mostrarse en el impresentable pripanismo que desbarató al
PRI, dejando sus restos en personajes tan impresentables como Alejandro Moreno
Cárdenas, Alito, El panismo a su vez se mimetizó con los restos del PRI y en
una simbiosis desencajada de la realidad terminó siendo algo amorfo. Tanto es
que en la actualidad nadie que tenga medio dedo de cerebro creerá que el país
volverá a manos del pripanismo, y menos del panismo, no obstante que el dirigente
del pan, prominente líder del cartel inmobiliario, Jorge Romero Herrera,
manifieste que el PAN volverá por sus fueros sin el apoyo del PRI y menos del
Movimiento Ciudadano, no obstante que éste último es conocido como el PAN
naranja… O el nuevo pan hecho migajas…


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