domingo, 13 de julio de 2025

El 12 de julio de 1562, Fray Diego de Landa orquestó uno de los actos más devastadores en la historia cultural de Abya Yala: la quema masiva de códices mayas en Maní, Yucatán.


 


Por Ollantay Itzamná

Esta acción, impulsada por el fanatismo de la Inquisición Católica, buscaba erradicar a la fuerza los profundos conocimientos y las ricas espiritualidades que entrelazaban a los pueblos aborígenes con la comunidad cósmica y la Madre Tierra. Cientos, quizás miles, de invaluables registros de astronomía, historia, medicina y filosofía fueron reducidos a cenizas, un intento brutal de borrar la cosmovisión de una civilización milenaria.

Este genocidio cultural fue un golpe diseñado para despojar a los pueblos originarios de su identidad, sus memorias y su conexión intrínseca con el universo. La imposición de una Nueva Fe y Orden social y epistémico pretendía silenciar para siempre las voces y sabidurías ancestrales.

Sin embargo, 463 años después, la historia demuestra que este objetivo no se logró.
Paradójicamente, la modernidad y la cristiandad que se instauraron a partir de aquella época se encuentran hoy sacudidas por sus propios excesos y contradicciones internas.

El modelo de desarrollo occidental, con su insaciable sed de consumo y su desconexión con el entorno natural, ha llevado al planeta a una crisis sin precedentes. Los valores impuestos por la colonización, lejos de traer una supuesta «civilización», han sembrado la desigualdad y la destrucción de la Madre Tierra.

A pesar de los siglos de opresión y despojo, los conocimientos y las tecnologías de los pueblos indígenas han persistido. Se han transmitido de generación en generación, a menudo en la clandestinidad, resistiendo el embate de la homogeneización cultural.

Hoy, estas sabidurías ancestrales emergen con una fuerza renovada, ofreciendo alternativas vitales a la crisis actual.

Es imperativo que continuemos las luchas territoriales por la descolonización y la desmodernización. Debemos desmantelar las estructuras de poder que perpetúan el supremacismo y el «cristonazismo», entendidos como la imposición violenta de una única visión del mundo.

Es tiempo de construir un futuro donde convivan todas las verdades y espiritualidades posibles, en un respeto mutuo y en equilibrio con la Madre Tierra. La memoria de los códices quemados debe impulsarnos a defender y revitalizar las múltiples formas de conocimiento que aún resisten.

 

No hay comentarios.:

El 12 de julio de 1562, Fray Diego de Landa orquestó uno de los actos más devastadores en la historia cultural de Abya Yala: la quema masiva de códices mayas en Maní, Yucatán.

  Por Ollantay Itzamná E sta acción, impulsada por el fanatismo de la Inquisición Católica, buscaba erradicar a la fuerza los profundos co...